CORREDOR BONAERENSE OESTE.

Se propone un eje de desarrollo en torno a la Ruta Nacional 5 por su especial característica de contar con la presencia casi ininterrumpida de ciudades intermedias.


La macrocefalia del AMBA 

   El 34% de la población argentina se concentra en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), un fenómeno que los especialistas han llamado macrocefalia urbana. 
   Es un rasgo del proceso de urbanización en Latinoamérica, la preponderancia de las grandes aglomeraciones y en particular la concentración del crecimiento urbano en una gran región metropolitana, que concentra la dirección económica y política del país (Montevideo (Uruguay), Asunción (Paraguay), Santiago de Chile (Chile) y Lima (Perú) son otros ejemplos en la región). 
   Si bien la desigualdad territorial tiene raíces históricas, acorde a la lógica de ocupación, control y dominio geográfico desde la conquista, ésta se hizo evidente a partir de la modalidad de organización asumida en la última etapa del siglo XIX. El modelo agro-exportador de base pampeana ocupó el centro de la dinámica nacional, generándose una brecha con el resto de los territorios que nunca pudo cerrarse. 
   También contribuyeron a este fenómeno la concentración espacial de la industria y la inversión pública en infraestructura urbana en torno a las grandes ciudades, durante el proceso de industrialización por sustitución de importaciones de mediados del siglo pasado. 
Otra de las grandes razones de la persistencia de la primacía urbana del Gran Buenos Aires es la logística. 
    Cada kilómetro de lejanía a un puerto genera costos adicionales, y la Argentina sigue viviendo del sistema ferroviario que armó la generación del ‘80, hace más de un siglo. Si a esto le sumamos el estado de las rutas y las pocas autopistas, vemos por qué el AMBA es tan requerido por las empresas y las personas. 

Descartando el declamado remedio del traslado de la capital.

    De cara a este problema, ya desde el siglo XIX se produjeron intentos desde la política por trasladar la ciudad capital. El mas notorio fue el Plan Patagonia impulsado por el entonces presidente Raúl Alfonsín -UCR- (1983-1989). 
    Ya en el nuevo siglo se reflotaron proyectos similares que tampoco prosperaron. 
    A lo largo de los últimos 70 años, diferentes países impulsaron “capitales planificadas” en busca de una mejor reorganización urbana -Algunas de ellas fueron Brasilia, Abuja (Nigeria), Yamoussoukro (Costa de Marfil), Astana (Kazajstán) y Nay Pyi Taw (Myanmar), pero los resultados no siempre fueron los esperados-. 
    Tras varias décadas de implementados estos proyectos, las ciudades más pobladas de estos países continúan teniendo hasta 16,8 veces más habitantes que las capitales proyectadas. 
   Se postula ahora que si bien la creación de una nueva capital es una tentación para un gobernante, ya que con ella puede exhibir su ‘capacidad civilizatoria’, entendemos que la solución más practica se encuentra vinculada con las ciudades intermedias. 

Ciudades intermedias.

    Este tipo de ciudades pueden cumplir importantes roles en el territorio de cara a una eventual descentralización. 
   En primer lugar, constituyen centros de empleo industrial y terciarios alternativos a las grandes ciudades para la población que migra desde territorios rurales circundantes.  
    Segundo, ofrecen alojamiento y equipamiento colectivo a la población que llega y reside en la ciudad.  
    En tercer lugar, disponen de servicios públicos capaces de ofrecer calidad de vida urbana a sus habitantes.  
    Y, por último, aseguran la integración regional al evitar “la exclusión del espacio rural circundante”. 
    Para ser consideradas ciudades intermedias, las mismas deben contar con una población de entre 20 mil y 150 mil habitantes y jugar un rol logístico, económico o administrativo que les otorgue cierta influencia en su área cercana. Así tienen el potencial de “promover el desarrollo rural y regional, reducir la pobreza y atenuar la migración”. 
    Otra de las grandes ventajas de las ciudades intermedias es el aspecto ambiental. Las ciudades con una población media de 300 mil habitantes se concentran en torno a un radio de 3,8 kilómetros, una distancia que puede recorrerse en menos de una hora y que es compatible con medios de transporte como metros ligeros, bicicletas y otros que, por carecer de motor de combustión, tienden a reducir la contaminación. 
    Para esta organización, “los problemas que aquejan tanto a la Ciudad de Buenos Aires como a la Provincia de Buenos Aires (y en consecuencia a una gran parte de la población argentina) pueden comenzar a reducirse si se emprende una política de apoyo a las ciudades intermedias”. 


Corredor Oeste. 


    Un posible curso de acción, por ejemplo, podría ser el desarrollo de un eje en torno a la Ruta 5 dada la presencia casi ininterrumpida de localidades de mas de 40 mil habitantes entre Mercedes y Trenque Lauquen. Otras localidades claves son Chivilcoy, Bragado, 9 de Julio, Carlos Casares y Pehuajó.  
    El fomento de las ciudades intermedias requiere, entre otras acciones, profesionalizar los equipos técnicos, mejorar la infraestructura (de manera tal de reducir costos de instalación de las empresas y favorecer la migración) y apoyar por medio de incentivos la diversificación de la matriz productiva. 
    De prosperar esta política, los especialistas sostienen que podrían generarse “spillovers” o impactos dinamizadores en otras zonas  del país, cambiando la matriz actual de población y promoviendo desarrollos en provincias vecinas, que también podrían fomentar esta nueva articulación urbana. 

Los ejes vertebradores.

   Claramente la Ruta Nacional nº 5 (Corredor Vial B), que cruza desde Luján, Mercedes, Chivilcoy, Bragado, Carlos Casares, Pehuajó, Trenque Lauquen, Catriló, Anguil y Santa Rosa, trazada en forma paralela a la linea Miserere-Toay del ex Ferrocarril Oeste o Samiento, son los ejes que explican desde la historia, el desarrollo y la demografía a este Corredor hoy consolidado. 
   Para la Ruta mencionada, y según el último Plan de Obras, se proyectó la construcción de 113 kilómetros de autopista entre Mercedes y Bragado, y de 31 kilómetros entre Santa Rosa y Anguil; así como la conversión a ruta segura de los 372 kilómetros que van desde esta localidad hasta Bragado. 
   La ex línea ferroviaria del Ferrocarril Sarmiento, que une a Plaza Miserere (CABA) con Toay (La Pampa),  presenta una situación diversa de usos y operadores que debería ser revisada y fortalecida. 
   Las obras de infraestructura accesorias al corredor central, para conectar y articular los vínculos con las zonas rurales adyacentes y las localidades de menor población situadas en un rango de distancia aproximado a 120 kilómetros desde a cada lado de su eje. 

El Corredor Oeste como vínculo de Buenos Aires con La Pampa, y enlace hacia el área interprovincial de Vaca Muerta. 

   Abrevando de propuestas e ideas que nos preceden (especialmente sobre el concepto de Ciudad Intermedia y sobre la necesidad de jerarquizar corredores interurbanos), agregamos como valor estratégico adicional del Corredor Bonaerense Oeste el de ser el cauce más idóneo para vincular el litoral argentino con la región interprovincial que abarca el yacimiento de hidrocarburos denominado Vaca Muerta (Provincias de Neuquén, Rio Negro, Mendoza y La Pampa). 
    Además de los ductos y las vías de comunicación que enlazan actualmente a esa región con la ciudad y el puerto de Bahia Blanca, la conexión tanto desde 25 de Mayo (La Pampa) como desde General Roca (Rio Negro) con Santa Rosa adiciona la relevancia que el Corredor Bonaerense Oeste cobrará en los próximos años para la comunicación y la logística de una zona en acelerada expansión. 

Acciones políticas, legislativas y administrativas necesarias (primer acercamiento).

   Presentada la propuesta, surgen los interrogantes acerca de los mecanismos idóneos para gestionarla. 
   Aproximaciones: 
* Gestión política: Provincia, Nación, Municipios involucrados.  Gobiernos de La Pampa y ciudad de Santa Rosa. 
 Posibles instrumentos o herramientas. 
- a) Leyes provinciales institucionalizando el corredor y creando programas y subprogramas de para su desarrollo; b) Creación de una Agencia para la planificación, ejecución y desarrollo de los programas; c) Creación de un Consorcio de Municipios involucrados. 
* Otros actores necesarios: Autoridad federal sobre los Corredores Viales Nacionales, Concesionario Corredor B, Organismos nacionales y provinciales  con competencia sobre Ferrocarriles; Vialidad Nacional; Vialidad Provincia, Ministerios provinciales varios. 
* Subprogramas:  Plan de obras sobre rutas provinciales y caminos rurales troncales vinculados al Corredor. 
* Parques Industriales y Parques Logísticos. 
* Coordinación de ofertas educativas entre los Centros de Educación Terciaria y Universitaria situados en el Corredor.
* Reordenamiento de las competencias territoriales de los organismos administrativos provinciales y federales, con acento en el fortalecimiento de las vinculaciones preferidas. 

Nota 1: Trabajo en desarrollo.
Nota 2: Fuentes. Para respetar derechos intelectuales, aún en este borrador de trabajo, se citan las fuentes de algunos conceptos o  publicaciones desde las que se han citado párrafos, literalemente en algunos casos. 
* Informe  de "Innovación en Asuntos Estratégicos (INNOVAES)” titulado “Estrategia de Ciudades Intermedias en la Provincia de Buenos Aires”. 
* Carolina Pasciarioni (Universidad Nacional del Sur): "Ciudades de Tamaño Medio e Innovación, una aproximación sistémica.
* Federico Poore, en www.federicopoore.com
* Matías Battaglia, magíster en Relaciones y Negociaciones Internacionales (Flacso-UDESA) y asesor técnico de la Subsecretaría de Asuntos Nacionales de la Cancillería Argentina,  
* Mariana Schweitzer, doctora en Urbanismo por la Universidad de Buenos Aires (UBA). 

IA 3: Inteligencia artificial y Ambiente.

    Venimos comentando las incidencias del vertiginoso avance de la denominada Inteligencia Artificial (IA). Conviene tener en cuenta también sus impactos en el ambiente, promoviendo sus aportes a favor del cuidado ambiental y previniendo sus aspectos perjudiciales.


Uno de los principales problemas asociados con la inteligencia artificial es su alta demanda de energía. Los algoritmos de aprendizaje automático, las redes y equipos utilizados requieren una gran cantidad de recursos computacionales para funcionar correctamente. Esto a menudo implica el uso de servidores potentes y centros de datos masivos, que consumen una cantidad significativa de energía eléctrica. Según estudios recientes, se estima que la IA representa aproximadamente el 2% de las emisiones globales de dióxido de carbono (CO₂), una cifra comparable a la industria de la aviación.

Mientras tanto, el uso de la Inteligencia Artificial (IA) crece aceleradamente, demandando crecientes cantidades de energía para fabricar semiconductores y sostener el funcionamiento de complejos centros de almacenamiento y procesamiento de datos. Los centros de procesamientos proliferan en todo el mundo para satisfacer la demanda de IA, y en América Latina, región con ubicación estratégica (el crecimiento de los centros de datos en México es dado como ejemplo por Mongabay.com, en cuanto se apoya en consumos de agua y energía que aumentan a un ritmo insostenible).

Aunque no todo es negativo. La inteligencia artificial también puede ser una herramienta valiosa para abordar los desafíos ambientales. Por ejemplo, los sistemas de IA pueden ayudar en muchas cuestiones, como las enunciadas en el presente proyecto, en punto a optimizar el consumo de energía, reducir el desperdicio de recursos y mejorar la eficiencia en procesos industriales, etc. De igual modo con la gestión inteligente de la energía renovable, mejorando la predicción de la producción de energía solar o eólica y optimizando su distribución. 

Un estudio publicado recientemente en Nature (nature.com) revela que la Inteligencia Artificial podría facilitar el cumplimiento del 79 % de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y hasta el 93 % si consideramos solo los ODS medioambientales. Datos que reflejan el inmenso potencial de la IA para ayudar en la lucha contra el cambio climático. 

Otro punto positivo es el potencial que la IA presenta para la gestión de residuos, en tanto puede ayudar a optimizar los procesos de reciclaje y clasificación de residuos, mejorando la eficiencia y reduciendo la contaminación. Los robots y sistemas de visión por computadora pueden identificar y separar materiales reciclables con mayor precisión y velocidad que los métodos tradicionales, lo que contribuye a una mejor gestión de los recursos y una reducción de la huella ambiental.

     En suma, la inteligencia artificial (IA) tiene impactos ambientales significativos, tanto positivos que conviene alentar como negativos a prevenir, por lo que se requieren enfoques responsables y una visión estratégica para convertirla en un aliado valioso para un futuro sostenible. 
        
Hemos visitado algunas fuentes de información que recomendamos, por ejemplo:

Horizon -Revista de la Unión Europea sobre Investigación e Innovación-: https://projects.research-and-innovation.ec.europa.eu/en/horizon-magazine/ai-can-help-us-fight-climate-change-it-has-energy-problem-too

Nature: https://www.nature.com/articles/s41467-019-14108-

Mongabay.com: Por Gerry McGovern y Sue Branford “La otra cara de la Inteligencia Artificial.”: https://es.mongabay.com/2024/04/inteligencia-artificial-impactos-ambientales-america-latina/

Universidad Cesuma: https://www.cesuma.mx/blog/el-impacto-de-la-inteligencia-artificial-en-el-medioambiente.html 

Ecologica.life: https://ecologica.life/es/medio-ambiente/inteligencia-artificial-y-el-cambio-climatico/

Sostenibilidad.com: https://www.sostenibilidad.com/desarrollo-sostenible/la-alianza-entre-inteligencia-artificial-y-desarrollo-sostenible/?_adin=11734293023

Ecovidrio: https://hablandoenvidrio.com/inteligencia-artificial-ayuda-medioambiente/
https://hablandoenvidrio.com/big-data-gestion-residuos/

IA 2: Inteligencia artificial. ¿Regular o no regular?

    La irrupción de la IA  nos impone reflexionar si hay que regular su desarrllo, hasta dónde y con cuáles objetivos. 


    Construyendo las primeras certezas, podríamos afirmar que la autorregulación de estas cuestiones no es suficiente. Por el contrario, el estado y las organizaciones multilaterales regionales y globales tienen un rol que cumplir imponiendo marcos jurídicos que, sin ahogar la iniciativa privada, provean cuerpos normativos para el uso regular y prudente de las nuevas tecnologías.

 

    El primer hito conocido en torno a la regulación de esta materia es la Ley de IA de la Unión Europea, vigente desde el 21 de abril de 2021, con el objetivo de establecer un marco regulatorio para el desarrollo, la implementación y el uso de la IA en la Unión Europea. Dicha ley clasifica los sistemas de IA en cuatro categorías de riesgo según su potencial para causar daños. Califica como prohibidos los sistemas que representan un riesgo inaceptable para la seguridad, los derechos o las libertades fundamentales, como los sistemas de puntuación social o los juguetes que fomentan comportamientos peligrosos en los niños. Luego determina como sujetos a requisitos estrictos aquellos sistemas de alto riesgo, como los sistemas de reconocimiento facial o los chatbots, que pueden manipular el comportamiento humano. Fija obligaciones de transparencia a los sistemas de riesgo limitado, como los chatbots de atención al cliente o los softwares de análisis de imágenes. No impone mayores recaudos para los que considera sistemas de riesgo mínimo, como las calculadoras o los filtros de spam. Avanzan también en la administración aplicaciones automatizadas mediante el uso de la robótica y de la IA, en algunos servicios públicos de especial importancia.

    Con ese nuevo marco, la IA ha ido posicionando su uso para la toma de decisiones de tipo autómatas, por parte de instituciones públicas. Unas de las herramientas más utilizadas son los denominados “robots conversacionales” o “chatbots”, con los cuales no debiera pretender sustituir a las personas ni al funcionamiento del cerebro humano, sino a la automatización de determinadas actuaciones que ayudan y potencian al ser humano en sus capacidades naturales destinando así lo mejor de la inteligencia humana para otras tareas que requieren ineludiblemente de su participación. 
  Avizoramos buenas oportunidades a partir del uso de herramientas digitales automatizadas o robóticas. Pero las innovaciones deberán correr a la par de principios, normas y auditorías que fortalezcan la seguridad, aspectos éticos, derechos personalísimos y otros derechos humanos. Cuestión sensible configura la colección de datos personales, su almacenamiento, custodia y uso regular. 
  
  Tampoco debeiera perderse de vista entre ellos los sectores sociales con dificultades para acceder a internet, que sufren la llamada “brecha digital”. Y también, sin que coincidan necesariamente con ellos, quienes puedan invocar el “derecho a no ser digital”.  En todos los casos los gobiernos deberán estar en condiciones de ofrecer los medios para que, aquellos que no puedan o no deseen utilizar Internet o interfaces digitales, cuenten con los canales tradicionales para posibilitar sus relaciones con el Estado.
    
    En todo el mundo las regulaciones avanzan lentantamente por detrás del vertiginoso avance tecnológico, por lo que debemos ponernos a debatir las regulaciones necesarias, ante una proyección que puede poner en jaque nuesta cultura e instituciones tal como las conocemos.