Es la misma razón por la cual algunos eligen aplicar el “2,4 D” mediante ésteres de altísima volatilidad pese a la disponibilidad del mismo producto en sales aminas no volátiles.
Las pulverizaciones en versiones volátiles pueden dispersarse por kilómetros, con mayor razón en una zona ventosa como la nuestra y en un municipio que cuenta con una Ordenanza regulatoria que nadie quiere aplicar.
Varias fuentes profesionales coinciden en observar preliminarmente que los síntomas que presentan diversas especies vegetales en nuestra ciudad son compatibles con los efectos tóxicos del mencionado herbicida.
Los que piden mayores "fundamentos científicos" no atinan a dar otra explicación al fenómeno, especialmente notable en los ejemplares de paraísos.
En defensa de nuestra salud y en contra de quienes no dudan en ponerla en riesgo por unos pesos, se impone la prohibición preventiva y urgente del uso del producto, al menos en sus versiones volátiles y por un plazo determinado.
La Ley Orgánica de las Municipalidades otorga sobradas facultades al Concejo Deliberante para hacerlo. El Ejecutivo deberá dejar de poner tanto empeño en cuestiones meramente ornamentales o decorativas para pasar a preocuparse por la salud de la población, y darle al problema la relevancia que tiene.