El uso de las nuevas tecnologías afecta la cantidad y calidad del sueño en la población en general, y especialmente en niños, niñas y adolescentes quienes tienen cada vez mayor acceso a dispositivos móviles de todo tipo.
Mientras una persona duerme, su cerebro se prepara para el día siguiente formando nuevas vías para ayudar en el aprendizaje y el almacenamiento de información. En este sentido el sueño es necesario para el correcto funcionamiento tanto físico como mental, siendo un proceso que permite consolidar recuerdos en la memoria y gestionar el aprendizaje.
El cerebro trabaja ininterrumpidamente durante el sueño, organizando la información recabada durante el día y procesándola, construyendo conocimientos y recuerdos, haciendo que el organismo produzca hormonas que ayudan a los niños a crecer (como la hormona del crecimiento que se sintetiza de noche), ayudan a producir masa muscular, a combatir las enfermedades a través de su sistema inmunológico y a reparar los daños que sufre el organismo.
Durante el sueño, el cerebro continúa trabajando en la producción de neurotransmisores, entre ellos el cortisol, conocido normalmente como hormona del estrés. Las interrupciones del sueño pueden alterar esta función cerebral nocturna, con afectación de la concentración, la memoria y la estabilidad emocional.
La deficiencia de sueño puede acarrear problemas de aprendizaje, concentración y atención. El comportamiento de la persona puede verse afectado, predominando emociones negativas, irritabilidad, sentimientos impulsivos y de enojo, carencia de motivación, cambios de humor y dificultad para establecer relaciones sociales adecuadas.
Reducir las horas de sueño genera dificultades en la concentración y en los tiempos de reacción aumentando la propensión a correr riesgos y tomar malas decisiones; aumenta el riesgo de tener presión arterial alta, enfermedades cardíacas, obesidad, diabetes y otros problemas de salud; provoca irritabilidad y contribuye a problemas de relación, en especial en niños y adolescentes, aumentando el riesgo de padecer trastornos mentales como depresión, suicidio y conductas riesgosas.
La falta de sueño o la mala calidad de este se constituyen entonces como un problema fundamental en la vida todo ser humano ya que afecta el desempeño de las tareas cotidianas, el estado de ánimo y la salud en general; mientras que dormir las horas necesarias y tener un sueño reparador ayuda a que nuestro estado de ánimo sea más positivo, nos sintamos con más energía y tengamos mayor capacidad para el manejo del estrés y de las emociones negativas.
En el último tiempo el uso de nuevas tecnologías de la información y comunicación se ha incrementado, así como también los comportamientos nocivos en relación con ese uso. Y en paralelo se ha observado un descenso en el tiempo y calidad del sueño que repercute negativamente en la salud.
El uso de estas nuevas tecnologías ha desplazado las horas de sueño haciendo que el dormir sea en horas más tardes, y que la conciliación del sueño se vea afectada por una sobreexposición a la «luz azul» que emiten los dispositivos electrónicos con pantalla, luz que es peligrosa ya que altera el ciclo de sueño/vigilia interfiriendo con la producción de la hormona melatonina y produciendo un estado de vigilia más prolongado.
En este sentido la hiperconectividad ha afectado la cantidad y calidad del sueño en la población en general, y especialmente en niños, niñas y adolescentes quienes desde chicos tienen cada vez mayor acceso a dispositivos móviles de todo tipo. Las consecuencias de esto se observan especialmente en dos niveles: por un lado, la parte educativa donde se observa una baja en el rendimiento escolar, dificultades para concentrarse, tiempos de reacción más lentos o alterados, dificultades en el procesamiento de la información, entre otros. Y cambios en los estados anímicos los cuales se ven alterados, en especial irritabilidad, enojo, impulsividad, junto con un aumento de trastornos o patologías mentales como depresión, ansiedad y patologías del control de impulso. Estos cambios, asimismo, se asocian con un aumento de patologías adictivas, algunas de ellas con implicación de las nuevas tecnologías como la ludopatía o el consumo de pornografía, produciendo un círculo vicioso que repercute nuevamente en el sueño.
Desde la salud pública considerar la relación entre el sueño y las nuevas tecnologías es importante ya que pone en evidencia la necesidad de considerar intervenciones tempranas que promuevan el buen uso de las nuevas tecnologías y ayuden en la toma de conciencia de los efectos adversos del uso incorrecto de las tecnologías y de la hiperconectividad.
En esta línea sería conveniente promover programas educativos que incluyan el buen uso de la tecnología y el conocimiento de sus efectos adversos así como campañas de concientización en la población en general que llame a las familias a fomentar desde los hogares estilos de vida más saludables y un uso controlado de la tecnología promoviendo los hábitos de higiene del sueño como fundamentales para evitar consecuencias adversas posteriores en la salud de la población en general.
Nota: Los términos precedentes se corresponden con la exposición de motivos del proyecto de ley presentado por el senador Walter Torchio en el Senado provincial el 4 de julio de 2024, Expediente E 310 24/25.