Señor Presidente del
Honorable Concejo Deliberante
Partido de Trenque Lauquen
De mi consideración:
Tengo el agrado de dirigirme a Ud. con el fin de presentar una
propuesta, solicitando su incorporación al Registro Permanente de Propuestas de
Nominación de Calles, Barrios y Espacios Públicos creado en el ámbito de ese
Concejo mediante el Capítulo II de la Ordenanza Nro. 3587/2010.
Se
postula en esta ocasión, en oportunidad de conmemorarse esta semana el Día de
la Memoria por la Verdad y la Justicia el nombre de
Julio Héctor OCANTOS
Fundamentos de la propuesta.
Julio Héctor OCANTOS fue un vecino de
Trenque Lauquen que puede ser destacado como ejemplo de persona fiel a sus
principios e indoblegable en sus convicciones políticas.
Afiliado desde muy joven al Partido
Comunista "hasta que la muerte nos separe", como solía decir y
cumplió sin dudas.
Hijo
de un sastre, vivió en la esquina Sur de Belgrano y Mitre.
A los 18 años se incorpora como empleado
del ferrocarril, y enseguida se vuelca a la actividad gremial. Siendo guarda,
le ofrecen un ascenso a inspector que rechaza, porque decía que esa era una
tarea represiva e iba contra de lo que quería para sus compañeros.
Llegó a ser secretario general de la seccional
local de la Unión Ferroviaria, pero eso no lo convirtió en un burócrata sino
que acentuó su activismo, liderando reclamos, paros y huelgas como la de 42
días contra el Plan Larkin del gobierno de Frondizi.
Lo echaron dos veces - una durante 4 años y
en otra 8 - pero en sendas ocasiones fue reincorporado en períodos
democráticos.
Fuera del ferrocarril se ganó la vida
vendiendo libros, rifas o haciendo cobranzas de recibos de instituciones y
clubes.
Tuvo muchos allanamientos en su casa, en
los que le destrozaron o robaron todos sus bienes personales, desde recuerdos
familiares hasta lo que más lamentaba: las obras completas de Lenin.
Como si fuera poco, durante la última
dictadura militar lo secuestraron para golpearlo y torturarlo con la picana,
para dejarlo casi irreconocible atado con alambres cerca de la ruta 33 en
Pigüé. Estuvo dos meses internado en un hospital de Bahía Blanca y después en
Trenque Lauquen, pero nunca se pudo recuperar de las secuelas que le quedaron.
En sus últimos años, casi no se podía
movilizar, siempre ayudado por un bastón. Al final, terminó postrado en una
cama. El lo graficaba con pocas pero precisas palabras: "Me hicieron
bolsa", aunque no se quejaba. Decía: "Aquí hay gente desaparecida, y
yo estoy vivo".
Nunca quiso pedir la indemnización que le
correspondía por ley.
Vivía en la pobreza y las penurias de las
enfermedades que le había dejado la paliza, y ese dinero era una tentación,
pero no para él, que repetía: "con los ideales no se trafica, mi
conciencia no tiene precio".
En una de las humildes paredes de su casa
había colgado un cuadrito con una frase del asesinado presidente chileno
Salvador Allende: "Más temprano que tarde se abrirán las grandes alamedas
por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor".
Fuentes: Relatos del vecino Hernán Sotullo
y archivos periodísticos.
Sin
otro particular, saludo a Ud. atentamente.
Julio
César COLLADO